El marqués de la Victoria y el ingeniero Sebastián Feringán, a los que se atribuye este plano con las características que debía de tener un arsenal cartagenero, fueron dos figuras fundamentales para la construcción del mismo, que comenzó en 1732 y terminó en 1782.
Firmado el Tratado de Utrecht en 1713, una de las principales disposiciones llevadas a cabo por Felipe V para reforzar el poder naval español fue la de construir arsenales en Ferrol, Cádiz y Cartagena, y posteriormente en La Habana. El levantamiento de estas estructuras
complejas e imprescindibles para la creación y mantenimiento de los nuevos buques trajo consigo una transformación profunda de las ciudades en las que se asentaban y supuso un desafío sin precedentes para los ingenieros que las proyectaron.