Este plano, de la autoría de José Antonio Alzate, fue elaborado por encargo del arzobispo Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón. Es el único ejemplar que se conoce de los distintos planos generales que se realizaron de la Ciudad de México, bajo patrocinio del arzobispo.
La finalidad del plano era servir como una representación clara y concisa del nuevo orden parroquial, proyectando hacia el futuro la idea que Lorenzana tenía de la ciudad. Por tal razón, antes de presentar esta distribución definitiva, desde 1769, Alzate presentó varias propuestas de la organización parroquial.
La planta que realizó orienta su norte hacia la derecha, ubicando el poniente en la parte superior de la representación. Detalló las manzanas, edificios principales, avenidas, calles, callejones, plazas y acequias que constituían la ciudad hacia la segunda mitad del siglo XVIII. Mediante colores, demarcó 13 parroquias y tres vicarías, que resultaron de la división aprobada por el arzobispo.
Destacó también lugares como “la horca”, “el baratillo”, “el quemadero” y diversos palacios y conventos, que fueron algunos de los principales referentes urbanos de la época. Entre ellos destaca el de San Juan de Dios, que hoy alberga el Museo Franz Mayer.