Las cubiertas de carácter suntuario destinadas a guarnecer los textos de las sagradas escrituras fueron muy frecuentes desde los primeros tiempos del arte medieval europeo. Hacia el último cuarto del siglo XII y durante todo el siglo XIII, los talleres de Limoges, en Aquitania, realizaron varias tipologías de cubiertas seriadas de gran calidad artística que gozaron de una gran aceptación entre los núcleos religiosos cristianos. Éstas, al igual que los demás productos lemosines, pueden incluirse dentro de las pautas de derivación bizantina por las superficies doradas, la utilización de la técnica de los esmaltes opacos campeados y, en general, por la disposición iconográfica y ornamental del conjunto. La placa del Museu Episcopal de Vic muestra una forma de cruz con los palos anchos y una zona circular donde éstos se cruzan para resaltar la parte principal del cuerpo del Crucificado, y, en origen, centraba una composición de piezas aplicadas sobre un alma de madera. La presencia de la Crucifixión en la parte de delante presupone la existencia de otra placa, en el revés, en la que se representaba la figura del Cristo en majestad.