Reloj de longitudes de bolsillo

Este reloj de longitudes es un instrumento de gran precisión que pertenece al tipo de los llamados de cubierta o relojes acompañantes. Alojado en un estuche de madera, consta de una caja de estilo consular, con esfera convexa en esmalte blanco, en la que se han pintado cuatro círculos concéntricos: entre los dos interiores van las cifras horarias en números romanos; en el exterior, formado por puntos, se han marcado los minutos mediante números arábigos de cinco en cinco. Sobre el número horario VI se sitúa una esfera auxiliar que marca los segundos. Aún conserva la llave de darle cuerda.

El cálculo de la longitud, en teoría, se reduce a medir la diferencia horaria entre un punto de referencia y la posición actual de la nave pero el cálculo era tan laborioso que el gobierno británico encargó al astrónomo Nevil Maskelyne en 1766 la elaboración de unas tablas anuales que hicieran innecesarios todos los cálculos. Sin embargo, la solución práctica al problema de la longitud fue proporcionada por el avance tecnológico en la medición del tiempo, con la fabricación de relojes marinos (cronómetros) cada vez más precisos, la mayoría de ellos de fabricación inglesa como éste, realizado por el relojero británico John Arnold. Arnold introdujo novedades que le permitieron la fabricación de cronómetros marinos a precios más asequibles, manteniendo una buena precisión.

Cecilio Pujazón, director del Instituto y Observatorio de Marina de San Fernando, dejó una nota escrita sobre este objeto que permite saber su procedencia. Fue adquirido en Londres para utilizarlo en la comisión encargada de la formación del Atlas Americano, siendo entregada para ello al comandante del bergantín Vigilante, don Antonio García de Quesada, el 15 de noviembre de 1792. Volvió al Observatorio el 15 de noviembre de 1795. Después se empleó en diversas comisiones .