El dique del Este del puerto de Barcelona es una infraestructura fundamental, ya que cierra por levante el puerto y le da protección frente a los temporales. Pero la escollera, formada por grandes bloques de piedra, se convirtió también en uno de los espacios preferidos de los barceloneses para dar un paseo o ir a pasar un rato junto al mar. Muchas generaciones han ido allí para hacer un picnic, pescar o simplemente mirar el mar. En la pintura se observan dos elementos claves del paisaje portuario barcelonés: la montaña de Montjuïc, al fondo, y el edificio de la antigua Capitanía Marítima, con el faro de 1772, que unos años después de ser retratado fue convertido en un reloj.