Esta carta portulana representa la zona geográfica colindante con el mar Mediterráneo. De la Península Ibérica aparecen sus costas orientales y parte de las bañadas por el océano Atlántico hasta el cabo de San Vicente. Destaca su vistosa decoración con seis rosas de los vientos con grandes flores de lis coloreadas y el sistema de rumbos, que tiene su origen en la isla de Sicilia.
Se trata de una representación tardía de la escuela mallorquina, pues la grafía de sus topónimos, en francés, parece propia del siglo XVII. Está dibujada en Marsella, posiblemente por el taller de los Oliva. Esta familia mantuvo la tradición cartográfica mallorquina, aunque introduciendo influencias italianas y orientales. Bartolomeu Oliva parece ser el iniciador de la dinastía, pues firmó cartas desde 1538 en Mallorca. Posteriormente se trasladaron a Mesina, Nápoles y Marsella. La dinastía fue muy extensa, llegando hasta Joan Oliva, quien firmó una importante producción cartográfica entre 1598 y 1650.
Los «portulanos» medievales, también llamadas cartas portulanas, son instrumentos cartográficos que, junto a otros instrumentos náuticos como la brújula, se convirtieron en auténticas herramientas que permitieron a los navegantes moverse con cierta seguridad entre las costas del Mediterráneo. Su origen se remonta a los denominados “periplos” que recogían la tradición oral de los navegantes griegos y romanos que tomaban los rumbos siguiendo la costa. Esa experiencia continuó trasmitiéndose dando paso a los “portulanos”, una recopilación geográfica que incluía peculiaridades de los puertos, distancias aproximadas entre accidentes costeros, desembocaduras de ríos, noticias sobre fondeaderos y cualquier referencia que pudiera ser de utilidad para el marino en su navegación. El traslado de toda esta información escrita a un pergamino o superficie similar dio como resultado lo que se conoce como carta náutica o carta portulana.
Su realización se inició durante la Edad Media en el siglo XIII y siguieron manteniéndose hasta la Edad Moderna. Comenzaron a realizarse en un área geográfica del Mediterráneo con una intensa relación política, comercial y cultural concentrada en diversas ciudades, entre las que destacarían como grandes centros de la producción cartográfica Mallorca, Génova y Venecia.