Pese a que, como muchos de sus contemporáneos, Quinkhard desplazó las sencillas escenas de género de sus predecesores por temas más trascendentes, como la pintura alegórica y mitológica, la realidad holandesa tuvo cabida en su producción a través del retrato. Logró notables resultados en el género, al que incorporó influencias de la pintura inglesa. Al fin y al cabo, las clases altas y medias de ambas naciones tuvieron un similar orgullo de su nivel social, que deseaban exteriorizar en sus retratos. En este magnífico ejemplo de Quinkhard se patentiza ese prestigio en la admirable captación de las calidades de los tejidos con los que se visten los tres personajes, en particular en la bata de seda de destellos irisados del cabeza de familia. La monumentalidad de su figura asienta una sólida composición fundamentada en el triángulo que forman los tres personajes, que aparecen reunidos en un rico espacio palaciego que se abre al paisaje y sirve de símbolo de su prosperidad.
Mikel Lertxundi Galiana
Número de inventario: STM-000062-001