Representa a la primera esposa de Moore, la aragonesa doña Isabel Cistué y Nieto, en una escena intimista y personal. Es una pintura de brillante colorido y gran fuerza expresiva, en la que la protagonista se muestra en relajada pose, sentada en un sillón y tocando una guitarra. El decorativismo y el gusto por lo oriental queda patente en detalles, como la mesita baja y la bandeja sobre el mueble, elementos que desvelan su pasión por el arte oriental. En esta obra de elegancia sutil, denota el influjo de Fortuny, engalanado por una muy personal interpretación decorativa.