Este retrato infantil representa al niño Carlos Pomar Margrand. La figura del niño, en primer plano y de pie, aparece sobre un fondo difuminado de unos jardines, que recuerdan a la pintura inglesa. En este momento la indumentaria infantil no tenía distinción de la adulta, y sus juegos reflejan las tareas que habrían de desempeñar con los años, y por ello, el niño, vestido como un adulto en miniatura, lleva una fusta de juguete en su mano derecha y sosteniendo con la izquierda las bridas de un caballo de cartón. Destaca este retrato por su dibujo y la riqueza del color que configuran una escena que expresa toda la gracia propia del retrato infantil de Esquivel, que tuvo gran demanda en su época.