En su apropiación de la tradición noir estadounidense, el cine nacional sitúa a su protagonista (en este caso Arturo de Córdova) frente al dilema de elegir entre dos cosmovisiones, que suelen materializarse en cuerpos femeninos: la rural, encarnada por la mujer sencilla y decente, Rosita (Marga López); y la urbana, personificada por la hembra traicionera y voluptuosa, Cora Moreno (Elsa Aguirre).