El llar (laratz en euskera) es una cadena por lo general de hierro con un gancho en el extremo inferior, y otro a poca distancia de este que se engancha en algún eslabón, de tal manera que el gancho inferior queda más alto o más bajo. La cadena se cuelga de la chimenea, y del gancho se cuelga el caldero u otro instrumento de cocina (parrilla, asador de castañas, etc.), a mayor o menor altura del fuego.
Antes de las denominadas cocinas “económicas” y posteriormente de gas, eléctricas, etc., el llar ha sido un elemento prácticamente imprescindible, de tal manera que ha llegado a simbolizar el fuego del hogar y por extensión la casa. Hasta tal punto ha sido así que en el imaginario tradicional ha sobrepasado sus funciones puramente utilitarias y es protagonista de numerosos refranes, canciones, y expresiones, ya que la familia se reunía en torno al llar. Por eso, entre otros rituales, a los animales que se incorporaban a la familia se les hacía dar tres vueltas en torno al llar para que se acostumbraran a su nueva casa.
La Diputación Foral de Gipuzkoa reúne una colección de 245 cadenas de llar, a la que se suman los 15 ejemplares del Museo San Telmo.
Bibliografía:
Kalzakorta, Jabier. Laratzaren gaineko esaera zahar, igarkizun eta sineskerak. Cuadernos de etnología y etnografía de Navarra, 73, 355-368.
Caro Baroja, Julio. Etnografía histórica de Navarra. Pamplona : Aranzadi, 1971-1972. 2