En 1539, el Cabildo compostelano decide, a imitación de las principales catedrales españolas, hacerse con una monumental custodia. Gracias al mecenazgo del Arzobispo Fonseca, esta podrá ser encargada al taller más destacado de la España del momento: el de los vallisoletanos Arfe. Será Antonio de Arfe quien acuda a Compostela a elaborar la pieza.
Esta cuenta con una estructura hexagonal, asentada en un pedestal decorado con relieves acerca de la vida de Santiago. Sobre este se superponen cuatro cuerpos de exquisita arquitectura y profusa decoración, conformando el templete procesional, en el que se desarrolla un programa iconográfico centrado alrededor del Triunfo de Cristo Resucitado.
Se ha considerado a esta custodia como la primera obra del taller de los Arfe que alcanza la plenitud del estilo plateresco, convirtiéndose en modelo para este tipo de piezas en la península. Además, cabe destacar cómo a pesar de estar expuesta en el Museo, todavía sale en procesión en la festividad del Corpus Christi.
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