Se representa en esta obra la muerte del famoso inquisidor dominico veronés del siglo XIII a manos de unos infieles en las cercanías de Milán, momento en que escribió en el suelo la primera palabra del Credo.
Se insipira tanto en el Martirio de San Pedro de Verona realizado por Tiziano en 1530 para el altar de la hermandad del Santo en la iglesia de los Santos Juan y Pablo de Venecia, como en el que fuera enviado por el artista a Pío V en 1567, ambos difundidos a través de estampas, como las realizadas por Martino Rota y Luca Bertelli, respectivamente.
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