El acto de jugar y fabricar juguetes surge en el momento en que el hombre empieza a desarrollar las primeras habilidades interactivas en su entorno y en el proceso de socialización, transmitidos de generación en generación. La urbanización vertical de los grandes centros - con la disminución gradual de los espacios de ocio – aliada al proceso tecnológico de industrialización de juguetes, hace referencia a una consecuencia inmediata: la casi extinción de su producción artesanal, lo que nos lleva a la necesidad de preservación de este activo cultural, que permanece vivo en el imaginario social del nordeste.