La amistad de Santiago Rusiñol (Barcelona, 1861 – Aranjuez, 1931) y Ramon Canudas comenzó en 1885 a través de Miquel Utrillo. Esta amistad fue creciendo con los años, sobre todo en la época en que ambos convivieron en París en el caserón de la Rue de l’Oriente, hasta la muerte del grabador 1892 en Sitges, a causa de la tuberculosis.
Entre los numerosos retratos que Rusiñol pintó de sus amigos, hay un par que lo tienen de protagonista. El artista ejecutó estos dos retratos ese mismo año, con pocos meses de diferencia, cuando la enfermedad de Canudas era ya irreversible.
Las facciones del enfermo, que tiene los ojos entornados, acentúan la actitud de quien hace tiempo que ya ha asumido la inminencia de la muerte.
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