Es la joya principal del más importante tesoro aparecido en el contexto europeo de la Alta Edad Media: El Tesoro de Guarrazar.
Corona ofrecida por el rey visigodo Recesvinto (649-672) y cuya dedicatoria, en forma de inscripción, testimonia la estrecha conexión entre la Iglesia y el poder real. Es obra del taller real de la Corte de Toledo.
Los reyes bizantinos ofrecieron coronas y cruces de oro y pedrería a iglesias señaladas, y de ellos tomarían ejemplo los visigodos, influjo que se muestra también en la composición artística de estas joyas. Del centro de la suspensión de la corona solía colgar una cruz también de oro y pedrería. Tales dones eran colgados encima del altar con ocasión de grandes solemnidades litúrgicas.