El acontecimiento que en 1992 marcó las nuevas bases del restaurante fue la compra del establecimiento por parte de Soler y Adrià, con lo que, además de jefe de cocina y director, pasaban a ser copropietarios del restaurante.
Todo se remodeló excepto los comedores, que dejaron igual en homenaje a Marketta Schilling. Se construyó una cocina vanguardista de 300m2, un parking y se arregló el jardín y la terraza.