Desde la antigüedad, los indígenas tenían una serie de deidades, cada una representaba una fuerza específica de la naturaleza. El sol, el viento, la lluvia y todo lo relacionado con el medio natural ocupaba un lugar preponderante en sus creencias. La conquista y la evangilización impusieron el santoral católico y a cada comunidad se le dio un santo. Así, las fiestas patronales se realizarían en casa iglesia y bajo nuevas formas festivas, si bien con influencia occidental, también con aspectos anteriores a la conquista.