Retrato de caballero, es un claro ejemplo de la estética que dominó la producción de Pelegrín Clavé: realizar representaciones puras y simples evitando caer en excesos ornamentales. Vinculado con la labor purista que caracterizó al grupo europeo conocido como “Los nazarenos”, este artista fue director del área de pintura en la Academia de San Carlos hacia la mitad del siglo XIX y su influencia permaneció hasta los primeros años del siglo XX.
La destreza de Clavé es patente en las texturas de las telas y en el empleo de las luces y sombras que dotan de sobriedad al retrato. La vestimenta con influencias francesas e inglesas, nos ubica frente a un miembro de la más alta clase social de su tiempo: El chaleco, camisa de cuello alto, pañuelo de seda en forma de corbata de moño y el frac corto por el frente, así como el bastón tallado que porta, sugieren también una posición política. El personaje retratado se presenta a la usanza de los conservadores decimonónicos.