Inusual por el formato y la representación sin los atributos propios de sus compañeras de orden, el retrato de esta monja concepcionista también se distingue por su mirada directa al espectador y el libro que sostiene entre sus manos. Los conventos se desarrollaron como centros culturales que en ocasiones permitieron a las mujeres nuevos horizontes más allá de la riqueza espiritual. Esta obra de Fray Miguel de Herrera posiblemente estuvo destinada a recordar a la joven consagrada en el ámbito familiar que abandonaba.