La cerámica vidriada romana es el resultado de aplicar a la cerámica un barniz que, una vez cocido, se vitrifica adquiriendo un aspecto cristalino de color verde o amarillo.
Este tipo de cerámica surgiría en torno a siglo II a.C., siendo una técnica tradicional de la alfarería oriental, destacando algunos centros productores como Tarso o Pérgamo.
A partir del siglo I d.C. este tipo de cerámica adquirió popularidad dando lugar al surgimiento de otros talleres al norte de Italia y posteriormente en el Lacio, Campania o la Galia. En el caso de Hispania no se conocen alfares y su fabricación se había sugerido pero sin pruebas materiales, al identificarse en algunos recipientes rasgos peculiares afines a la terra sigillata hispánica.
Este recipiente de importación documentado en Cástulo cuenta con una sola asa y se ha realizado imitando algún tipo de cerámica de paredes finas con decoración de hojas, y formaría parte de una vajilla suntuaria de época romana.