Las gemas mágicas servían como amuletos de protección frente a enfermedades y desgracias, y comenzaron a tener uso a partir del siglo II d.C. con la llegada de las religiones orientales y el cristianismo.
Estos amuletos suelen estar grabados en ambos lados, representando un tema figurativo en la parte frontal y una inscripción en la trasera, de manera que al engarzarse la pieza en un anillo, el texto quedaba oculto.
Las inscripciones, que correspondían a palabras o fórmulas mágicas, se realizan normalmente con caracteres griegos, y en las representaciones eran usadas divinidades egipcias, griegas o romanas. Las gemas utilizadas habitualmente eran el jaspe, el heliotropo, la cornalina o la calcedonia.
En este caso encontramos una gema de calcedonia blanca, una piedra considerada con valores mágicos y curativos, potenciados por la representación de las figuras y las inscripciones. En la parte frontal encontramos una figura masculina con cabeza de león radiada que sostiene en su mano izquierda un recipiente del que sobresalen dos objetos alargados, y en la derecha un Chnoubis, un icono egipcio gnóstico solar, compuesto por una cabeza de león con cuerpo de serpiente con siete rayos que emanan de su cabeza, que se encuentra con frecuencia en este tipo de gemas y amuletos para la protección contra el veneno y la enfermedad.
En la parte posterior encontramos una serie de caracteres y signos griegos con carácter mágico sin traducir.