Cabeza-retrato de tamaño mayor que el natural, correspondiente a un personaje joven masculino, de pelo corto y con mechones lisos. Presenta cuello y base redondeada para ser colocado posiblemente en el cuerpo de una escultura togada, como era habitual. Se piensa que esta cabeza, representación de un desconocido, se encuentra dentro de los cánones del retrato de los Julio-Claudios, siendo posterior a Augusto y anterior a Claudio. En esta etapa, el realismo no es tan evidente como en época republicana, pero tiene cierto aire de lo que habían sido las iniciales influencias del retrato, las imago maiorum. Tras el fallecimiento, un escultor extraía un vaciado del rostro del cadáver y un positivo en cera del mismo. Esta mascarilla engrosaba la colección de imágenes que colmaban de prestigio y abolengo a la familia (cargos, triunfos, títulos...) y formarían parte del cortejo y festividades del culto doméstico a los dioses lares, manes o penates.