Esta obra fue adquirida por el Metropolitan Museum durante la exposición de Gargallo en la Brummer Gallery de Nueva York, en febrero-marzo-abril de 1934, muestra que alcanzó un éxito extraordinario y marca el inicio de la definitiva consagración internacional del escultor, si bien el proceso sufrió una prolongada inflexión a causa de su prematura muerte a finales del mismo año.
Plenamente reconocido y consagrado en Europa, la cuarta individual de Gargallo en Nueva York (ya que hubo una segunda, de diciembre de 1936 a enero de 1937, en la Galerie René Gimpel, y una tercera -compuesta por sólo dos esculturas- de diciembre de 1951 a enero de 1952, en la Passedoit Gallery) tuvo lugar en 1987, produciendo un alborozado reencuentro con la crítica y la definitiva asunción del excepcional valor de su obra en los ámbitos artísticos y culturales norteamericanos.
Además del Gallo del Metropolitan, y puesto que conservaba las correspondientes plantillas, el escultor comenzó a realizar las piezas en hierro con las que pensaba llevar a cabo una segunda versión de la obra, proyecto tal vez interrumpido por el fin de su vida.
El tema del gallo se repite en otra obra de Gargallo, la Veleta, 1930 -para la que bosquejó un dibujo preparatorio-, del Museu Cau Ferrat, de Sitges, que la recibió en donación de Magali Tartanson, viuda del autor.
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