Rosetón

En el conjunto de fondos de procedencia mateana, las colecciones catedralicias cuentan con importantes piezas que sirven de testimonio de la gran fachada occidental que completaba el Pórtico de la Gloria. Esta fachada fue adaptada primeramente en el siglo XVI para poder colocar puertas que cerraran la catedral, siendo posteriormente sustituída por la actual fachada barroca, que aprovechó la estructura anterior y la revistió con nuevos ropajes pétreos.

En "Memoria sobre las obras de la catedral de Santiago" del canónigo fabriquero José de Vega y Verdugo se incluye un dibujo del estado de la fachada occidental de ese año, 1656-1657. En dicho dibujo se aprecia el gran rosetón, el "espejo grande", cuya misión principal era inundar de luz, con sentido funcional a la vez que simbólico, la nave central de la catedral.

De este gran rosetón se recuperaron varios fragmentos que permitieron realizar una reconstrucción hipotética.

La pieza presenta una compleja tracería en su interior con un núcleo central circular en el que se inserta una forma estrellada. Alrededor de este núcleo se organizan, unidos por relieves de cintas entrelazadas, elementos circulares con estrellas en el interior de cada uno de ellos. Hacia 1510, el rosetón pasó a contar con vidrieras de colores y, a principios de 1738, dado el mal estado del conjunto, el capítulo ordenó que "se prevengan materiales para la obra del espejo y torre, que mira a la plaza del Hospital en consideración de la ruina que padece el espejo". Se iniciaron así las obras de derribo y se comenzó la nueva fachada del Obradoiro de Casas y Novoa.