[Río Palo cerca a Santander de Quilichao, Cauca; 2.6.1815]
Este combate, muy ignorado por la historia, es uno de los más importantes de la campaña del sur porque, aunque Nariño ya estaba preso, fue ganado por los patriotas.
Espinosa narra así el episodio:
«Llegó por fin la hora de la pelea con el ejército enemigo. Al toque de marcha avanzábamos divididos en tres columnas [...] Se rompió fuego de una y otra parte de las hileras, y a poco se hizo tan general y tan vivo que ensordecía, a lo cual se agregaba el incesante tocar de las bandas y tambores. Como no corría viento, la inmensa masa de humo se había aplanado y no podíamos vernos unos a otros; yo avanzaba siempre pero sin saber si me acompañaba mi gente; y en medio de esta confusión sentía silbar las balas por sobre mi cabeza, y muchas veces el ruido que hacían al rasgar la bandera [...] Varias veces tropecé con los cadáveres y los heridos que estaban tendidos en el suelo [...] Fue tal el ímpetu con que acometió nuestra gente, que en poco tiempo quedaron arrollados y deshechos los batallones realistas».**
Pintor de historia y de paisaje
Como pintor de historia, Espinosa se diferencia de muchos de los artistas que han practicado este género en América ya que él mismo formó parte en los conflictos bélicos que interpretó en su pintura. La serie de batallas, acciones y combates representan la Campaña del Sur de Nariño (1813-1816), en la que el pintor Espinosa actuó como abanderado.
Las batallas se caracterizan por haber sido concebidas como paisajes. En las acciones guerreras están representados los ríos torrentosos, los desfiladeros, el páramo andino de Pasto, el valle que rodea a Popayán. Sólo el culto por la observación de la naturaleza, heredado de la Expedición Botánica, le permitió tratar el tema histórico dentro de la verdad geográfica. Por esta misma actitud, en cada una de ellas coloca en medio de la violencia de la acción, detalles costumbristas, como los indígenas y los campesinos acompañados de animales domésticos.