Este lienzo forma parte de la serie de los cuatro Padres de la Iglesia realizados por Zurbarán para el convento de San Pablo de Sevilla. Nos encontramos ante una obra clave dentro del periodo inicial del pintor, en el que están ya presentes algunos de los elementos significativos de su pintura.. Así, su gusto por la minuciosa reproducción de los objetos, que alcanza su máximo esplendor en sus bodegones, y que en este lienzo podemos observar en dos detalles como son el libro que sostiene con ambas manos, magistralmente resuelto, y la mitra con la triple corona del santo papa. Este detallismo sobresale especialmente en su capacidad para recrear la calidad de los tejidos, que en su pintura adquieren siempre gran protagonismo. En esta obra podemos intuir la ligereza del alba blanca rematada de encaje, la suave textura del terciopelo de la sotana, la estola o la capa, y la maestría del artesano con el oro y las sedas en la rica cenefa bordada. En este modo de tratar las telas, resueltas con amplio volumen y gran minuciosidad, que incluso nos hace recordar los primitivos flamencos, confiere a esta obra un cierto carácter escultórico. La obra trasmite espiritualidad y trascendencia, ésta reforzada por el intencionado ensimismamiento de la figura, que se nos presenta concentrada en la lectura del libro y con un expresivo rosto de rasgos naturalistas. La acertada conjunción de luces y sombras, unida a la magistral recreación de las texturas y la intensa vida interior que trasmite el personaje, dan como resultado una obra de solemne monumentalidad.
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