Esta monumental representación de San Gregorio Magno pertenece a la serie de Los Cuatro Padres de la Iglesia pintada por Goya entre 1796 y 1799, probablemente durante su estancia en Sevilla en 1798, dada la fuerte influencia murillesca que respira el cuadro. La serie se completa con "San Ambrosio", (The Cleveland Museum of Art); "San Agustín"(Madrid, colección particular) y "San Jerónimo" (Norton Simon Foundation, Pasadena), siendo desmantelada a lo largo de la primera mitad del siglo XIX. Las similitudes técnicas y estilísticas con las pinturas de San Antonio de la Florida vienen a confirmar este marco cronológico; destaca la soltura de la pincelada y la fuerza expresiva, tanto de los blancos y dorados, de ricos matices lumínicos, como del rostro, que marca el centro de la composición piramidal. Como es característico en Goya, representa la figura sobre un fondo neutro, en ausencia de los atributos hagiográficos, concentrando en el rostro toda la personalidad del Papa, que consigue captar simbólicamente a través del gesto y la mirada la labor que distinguió al Santo. San Gregorio Magno, gran papa reformador, dejó numerosos escritos, tratados pastorales, de hagiografía y de meditación. La mano firmemente apoyada sobre el libro que descansa sobre sus rodillas, refleja a uno de los grandes maestros espirituales de la Iglesia occidental.