Al regresar a Granada Cano pinta para la Catedral. Se le encarga la serie de la vida de la Virgen para la capilla mayor, siete grandes cuadros cuya realización se fue demorando en parte porque Cano hacia frente a numerosos encargos de órdenes religiosas, lo que acrecentó sus problemas con el Cabildo.Para el retablo del desaparecido convento de franciscanos de San Antonio y San Diego de Granada pintó Alonso Cano una serie de cuadros con temáticas relacionadas con la orden franciscana, dos de ellas se exponen en esta sala y una más que también se conserva en este museo se presume que formó parte del conjunto, del resto se desconoce su paradero.Estos dos cuadros estuvieron situados en el banco del retablo, flanqueando el sagrario. Son dos parejas de santos franciscanos que conversan entre sí, por un lado, San Luis obispo de Tolosa y Santa Clara y por otro San Bernardino de Siena y San Juan de Capistrano.Estas pinturas fueron ampliamente meditadas por el maestro, consciente de la importancia para su crédito como pintor de una de sus primeras obras en Granada, así lo demuestran los dibujos preparatorios de estos dos cuadros conservados en diferentes museos y colecciones privadas.Cano ha representado a los santos en acción de caminar y dialogando lo que conecta a las figuras y las dota de aparente movimiento.Como fácilmente se aprecia por la escasez de colores, en parte provocado, por lo sobriedad del hábito franciscano, Cano hace gala de una economía cromática que lejos de empobrecer la obra la enriquece ya que logra crear diferentes tonalidades dentro de una misma gama de color.Precisamente en este extremo radica el barroco atemperado de Alonso Cano, alejado de los excesos compositivos y de contrastes lumínicos de algunos de sus contemporáneos, de ahí que se le haya considerado un artista clásico.
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