San Juan Bautista se representa aislado, como anacoreta en el desierto. Su indumentaria viene referida de los evangelios: un áspero cilicio tejido de pelo de camello que le cubre hasta la mitad de las piernas y los brazos, y un ceñidor de piel de cabra en la cintura. En ocasiones se añadía el manto rojo como señal de su glorioso martirio. De mediana edad, con barba larga, cabello desgreñado y pies descalzos, acusa en su rostro y su cuerpo los rigores de la vida de penitencia en el desierto. Considerado por los evangelistas el último de los profetas, anunció la venida del Mesías, por lo que su atributo personal y constante es el Agnus Dei o Cordero Divino. Ha sido puesto como modelo de la vida conventual.