Arqueta de san Lorenzo

Dentro de la orfebrería gótica catalana la forma y las proporciones de la arqueta-relicario de san Lorenzo corresponden a un tipo de composición que, a diferente escala, se utilizó también en la factura de copones y cajitas eucarísticas. El relicario está estructurado en un cuerpo rectangular con una cubierta a cuatro vertientes, ligeramente truncada y coronada por una barra hexagonal donde se debió de fijar una cruz, hoy desaparecida, y cuatro pequeños leones de talla dorada que lo sostienen en los ángulos. La obra de platería, blanca y dorada, se acopla a la arqueta de madera que constituye el alma del conjunto y muestra en los lienzos una ornamentación vegetal de brotes serpenteantes de vid con pámpanos dorados, casi circulares, amoldándose a las plaquetas de esmaltes, transparentes, y a la cerradura original que ocupa una posición central. Tres esmaltes de cuatro lóbulos, inscritos en un cuadrado, ocupan la cara central y, a la vez, le confieren un contenido religioso. En la tapa, sobre un fondo azul reticulado, Jesús, el Hijo de Dios, con nimbo crucífero rojo, sentado y vestido con una túnica de color rosa violáceo y manto verde esmeralda y orillos de amarillo oro, bendice y enseña el libro de la ley. En la plancha frontal, la Virgen entronizada y san Lorenzo presentan la misma paleta cromática. Estos esmaltes de talla, composición y calidad cromática refinadas son de clara ascendencia italiana, concretamente de la Toscana, y, sin embargo, los modelos muestran paralelismos con la obra conservada de Ferrer Bassa, pintor de Barcelona, y su taller. El conjunto de la arqueta muestra diversos punzones acreditativos del taller barcelonés.