Escultura que hace pareja con la dedicada a san Lucas. Ambas proceden del convento del Carmen Calzado de Zaragoza. Ambas reflejan unos rostros de gran naturalismo y sus cuerpos girados, hacen pensar que pudieran ser realizados para ubicarse en los laterales de un retablo, para ser vistos de frente, pues la parte posterior está sin esculpir. Ciertos estilemas, como el cincelado de los cabellos y las barbas menos abultadas difieren de sus producciones de la década de 1520 y hacen pensar que pertenece a una cronología más avanzada que explicaría una posible intervención de su taller.