Esta tabla, y su compañera dedicada a San Sebastián mártir, formaban parte del retablo mayor de la iglesia parroquial de San Esteban de Aniés. San Miguel aparece ataviado con armadura cubierto con lujoso manto. Su peto es dorado de fino trabajo de relieve en pastillaje y la cota de malla, grebas y brazales son plateadas. El príncipe de los ángeles agarra con su mano izquierda la cabeza de Lucifer, que se figura como un dragón de amplias alas rojas. El monstruo esta atrapado bajo la rodillera dorada del ángel y esperando la caída de la espada que san Miguel blande amenazadoramente en su diestra. La violencia de la escena pone de manifiesto el contraste entre la fealdad del demonio y los delicados y elegantes rasgos del angel, reconocibles en otras obras de Juan de la Abadía, como por ejemplo el de la iglesia parroquial de Liesa.
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