Andrea Zurek interpreta el paisaje emblemático de Horta de San Juan, la montaña de Santa Bárbara, utilizando una técnica directa y una pincelada expresiva. Resuelve con contundencia los problemas que plantea la composición. Simplifica la estructura buscando la geometría pero sin dejar de lado el factor humano que leemos en el gesto y en la fuerza rítmica. Dispone un primer plano que evoca bosques y situa en el centro la casa, el convento de Sant Salvador. Integra el conjunto rodeando por la izquierda el triangulo, incorporando el círculo como transición hacia la cúspide. En el tratamiento del color se muestra atrevida empleando los colores complementarios azul-naranja verde-violeta. Sentimos el poder ascensional de esta montaña que nos acerca al cielo desde la tierra como base y cimiento. Una promesa de acción arreciada por la forma triangular con el vértice apuntando hacia arriba y por las líneas verticales y diagonales de abajo hacia arriba.
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