Mercedes Vicente comenzó a pintar los vastos escenarios de Galicia y las Islas Canarias cuando
era una niña, y posteriormente desarrolló su destreza como escultora. Su trabajo ha sido expuesto en relevantes espacios culturales de España como el Museo de Lugo y la Fundación Eugenio Granell.
La forma contorsionada de este lienzo compone
un reverso poético a la manera en que este material suele emplearse en el arte. La artista ha creado una espiral que crece desde el interior hacia el exterior, generando una estructura dinámica y enrollada que expresa el movimiento y la tensión inherente de todo proceso creativo. El contorno de la superficie refleja el orden interno de una forma semejante a una concha, lo que determina el crecimiento y desarrollo del objeto. La estructura retorcida recuerda a un acordeón herido o a un tejido humano en expansión, y plantea una delicada línea entre la fuerza y la vulnerabilidad.