Escultura de bulto redondo en madera tallada, policromada y dorada representando a Santa Catalina de Alejandría. Los acontecimientos que rodean a su vida y su martirio, fueron los recogidos y difundidos en la Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine (s. XIII). En este caso, la representación de la escultura alude a los episodios de su biografía asociados a su enfrentamiento filosófico con el emperador romano, Majencio o Maximiano, y sus sabios, sobre la existencia divina, convirtiéndose así en una alegoría del triunfo de la Iglesia sobre el paganismo.
La santa es representada con traje principesco, siguiendo la moda de la época, aludiendo a su alta condición, con los símbolos vinculados a la sabiduría tales como la antorcha y el libro que lleva en sus manos. Su culto en occidente se introdujo con la llegada de parte de sus reliquias a Francia en el s. XI, y, a partir del s. XII, se produjo su expansión por Europa a través de los cruzados.