Esta pieza servía para la impresión de los sellos pendientes que aseguraban la autenticidad de un documento y, por tanto, la veracidad de la firma que en él se contenía. Las “dos tablas” de este tipo de matrices, características de los concejos castellano-leoneses de finales del siglo XIII e inicios del siglo XIV, se unían por vástagos encajados en las orejas perforadas, garantizando así que las dos caras del sello resultante quedaran correctamente orientadas.
Por su gran tamaño, la presión necesaria para llevar a cabo esta operación sólo podía ejercerse con una prensa, o tórculo, consistente en dos platinas de hierro, con rebordes para contener las tablas del sello, que se apretaban mediante dos tornillos accionados por sendas tuercas de mariposa, de las cuales sólo se conserva una.
La figura ecuestre del reverso se acompaña de una leyenda (est : cavallero : es : alfieraz : de : cuellar : y : vasalo : del : rey) y en el otro lado se muestra un castillo, rodeado de una inscripción que recuerda la propiedad del Concejo.