Un cable submarino es aquel cable de cobre o fibra óptica instalado sobre el lecho marino y destinado a servicios de telecomunicación o al transporte de energía eléctrica. En 1852 se extendió el primer cable submarino, destinado al servicio telegráfico, poniendo en comunicación el Reino Unido y Francia a través del Canal de la Mancha. El descubrimiento de aislantes plásticos posibilitó la construcción de cables submarinos para telefonía, dotados de repetidores amplificadores sumergidos, con suministro de energía a través de los propios conductores por los que se transmitía la conversación. Posteriormente, en la década de los 60, se instalaron cables submarinos formados por pares coaxiales, que permitían un elevado número de canales telefónicos analógicos. Finalmente, los cables submarinos de fibra óptica han posibilitado la transmisión de señales digitales portadoras de voz, datos, televisión, etc.