Los intereses intelectuales y artísticos de Kahlo se basaban en el análisis de sus experiencias personales y la afirmación de su propia identidad. Anhelaba regresar a México, donde se arraigaba su sentido de pertenencia. En esta pintura, Kahlo se representó a sí misma en la frontera entre dos mundos. A la derecha, vemos una versión industrializada de Estados Unidos representada por la planta River Rouge de Ford, inventos modernos y rascacielos; a la izquierda, la versión antigua de México representada mediante una vegetación verdosa, iconografía azteca y ejemplos de arte indígena. Kahlo se alza desafiante entre los dos países, probablemente reivindicándose como un producto tanto del mundo moderno como del patrimonio antiguo.