Se trata de uno de los muchos autorretratos (naturalistas o idealizados, expresionistas en ocasiones, pero muchas veces simples croquis, divertidas fantasías o visiones caricaturescas e irónicas de su propia imagen) que Gargallo dibujó a lo largo de su vida, si bien aquí se trata de un dibujo grabado -caso único, por lo que sabemos- en el que se representa con la característica boina que luce en algunas fotografías en las que aparece trabajando en su taller, aliño indumentario que le confiere inconfundible aspecto de trabajador manual o solvente maestro en algún oficio tradicional, equívoco que le divertía y responde muy bien a su. espíritu de artista verdaderamente grande.
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