Emilio Baz fue, hasta en años recientes, un artista prácticamente reducido al conocimiento de unos cuantos críticos y del aprecio de un privilegiado grupo de coleccionistas que valoró su pintura. Expuso en unas cuantas ocasiones y llegó a dirigir una reconocida galería en la encantadora provincia de San Miguel de Allende, Guanajuato, por lo que bien puede considerarse un pintor automarginado del panorama artístico, con el que, no obstante, guarda estrechos vínculos estéticos. Tuvo una primera formación como arquitecto, misma que complementó con estudios aislados de artes plásticas. Lo que explica el meticuloso acabado de sus cuadros, trabajados con una técnica de inspiración flamenca que consiste en aplicar el óleo en seco, mediante pequeños trazos de un corto pincel; Baz Viaud concedió capital importancia a la estructuración espacial del cuadro y por ello destacó como un retratista de fino oficio y de inquietantes ambientes de tono metafísico. Varios fueron los autorretratos en que dejó constancia de sus aspiraciones plásticas y el de la Colección Blaisten corresponde a un instante de joven madurez, donde la suavidad cromática contiene la viril fuerza expresiva de la imagen contemplada de sí mismo. Vid. Teresa del Conde. Emilio y Ben Hur Baz Viaud</<a>i>. México, Instituto Nacional de Bellas Artes, 1987.