Las piedras bezoares son cálculos del aparato digestivo o de las vías urinarias de rumiantes. En el siglo XVIII se consideraban amuletos, se utilizaban como antivenenos y se le atribuían innumerables virtudes: curaban la rabia, deshacían las piedras de la vejiga, alejaban la tristeza y la melancolía, etc. Llegaron a alcanzar precios tan elevados que los pobres que no podían pagar tales sumas las alquilaban por un día durante las epidemias de peste. En el museo se conservan cuatro piedras bezoares, dos de las cuales están montadas en plata.