Después de incursionar en la pintura social e indigenista, Gonzalo Ariza viajó a Tokio (Japón) para estudiar en los talleres de Maeda y Foujita. Allá conoció las técnicas de pintura y composición propias del arte oriental. A su regreso a Colombia puso especial atención a la vegetación y a las atmósferas características del paisaje montañoso.