Entre todos los artistas cinéticos de Venezuela, quizás Soto haya sido el más experimental en cuanto a los medios y métodos que utilizó para ampliar las posibilidades del arte más allá de la superficie plana. A partir de la década de 1950 y continuando en la de 1960, este artista comenzó a superponer el alambre sobre el lienzo o sobre capas de láminas de plexiglás coloridas y transparentes, produciendo una ilusión óptica de movimiento y de vibración mediante la interacción de líneas y de figuras geométricas. Su interés por los materiales industriales y sintéticos y su exploración de espacios que manipulan la percepción, se tradujeron más adelante en instalaciones inmersivas llamadas Penetrables. La primera de esta serie fue producida en Caracas en 1968. Estas instalaciones monumentales en forma de cubos, fueron compuestas por tubos elásticos de nylon, que permitían al observador entrar a la obra y navegar por su complejo interior. Las instalaciones escultóricas de Soto tradujeron sus primeras exploraciones del movimiento y la vibración mediante figuras geométricas en un espacio vivido y tridimensional.