La superposición de diversos planos de líneas o de formas geométricas fue esencial al método artístico de Soto. Cada plano creado por estas intersecciones de línea y de color producía una obra compuesta por varios niveles de profundidad que crearon la impresión óptica de movimiento o de vibración a medida que el espectador variaba su posición con respecto a la obra de arte. Soto sobrepasó los límites del arte cinético en la década de 1970, cuando comenzó a realizar instalaciones tridimensionales que transformaban el espacio real en obra cinética. El artista pronto obtuvo reconocimiento internacional como pionero que transformaba del arte en un experimento de innovación, y que involucraba al espectador alterando su propio sentido del espacio.