Los pintores de la Escola Luminista tuvieron un interés especial por captar la acción del hombre sobre el medio y por plasmar los cambios que el tiempo imprimía al paisaje.
Esta obra tiene como principal protagonista no sólo al ferrocarril, sino también a la noción de progreso. La composición agrupa tres elementos de la modernización de Sitges, por los que sus habitantes habían batallado desde hacía mucho tiempo. En primer lugar, el ferrocarril, inaugurado el año anterior, en 1881. Luego, cruzando la vía, un tramo de la carretera que unía, desde 1880, la población con Barcelona, y que delimitaba el nuevo perímetro de la población. Finalmente, en primer término, un poste de telégrafo.
El Sitges que conoció Joan Roig i Soler (Barcelona, 1852-1909) cuando se instaló en 1878 era un Sitges en transformación, que estaba cambiando su fisonomía urbana.
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