Al destruirse el modelo en escayola, Gargallo cinceló el primer ejemplar en bronce que ya tenía fundido y lo convirtió en modelo original.
En el momento de transición entre el intermedio del plomo y la segunda época del cobre, coincidiendo con el obligado final de su actividad docente y justo antes de regresar a París, Pablo realizará varias piezas clasicistas de admirable sintetismo y extraordinaria belleza formal: la Bañista (cabeza baja), 1924 -ya que no podemos estar seguros de si la segunda versión, Bañista (cabeza levantada), 1924, la terminó entonces o algo más tarde-, y esta emocionante y casi lírica Esclava, desnudos de muy depurada factura -en los que no podemos dejar de observar ciertas connotaciones noucentistas, sobre todo en las exuberantes bañistas- que habían estado precedidos por el también delicioso desnudo, masculino y adolescente, del Torso de gitanillo, 1923, y serían seguidos en 1925 por la hermosa vitalidad de las Aguadoras, conformando un pequeño conjunto de piezas muy representativas del personal e inconfundible lenguaje clasicista de Gargallo, que manifiesta ya la plena madurez del complejo, y aparentemente sencillo, perfeccionismo desarrollado en ese campo a lo largo de la siguiente década.