San Jerónimo, que tradujo la Biblia al latín, se muestra aquí en su doble faceta de intelectual y penitente. Se trata de una obra realizada en torno a 1615, y junto con La resurrección de Lázaro, también en el Prado (P07768), permite conocer el desarrollo temprano de la carrera de Ribera, cuando se mostró más cercano a los modelos caravaggistas.