San Juan Bautista es el último de los profetas y el personaje bíblico que une el Antiguo con el Nuevo Testamento. En el arte cristiano se lo representa tanto como niño, en tanto compañero de juegos del Niño Jesús, o como adulto. Su atributo personal es el Cordero Divino que el santo sostiene en sus brazos. El trabajo naturalista de esta pequeña figura consigue configurar la fisonomía de un niño y un delicado labrado de los vellones de la piel de camello que viste.