Las primeras representaciones de arcángeles en la América virreinal datan del siglo XVI. Esta escultura de San Miguel lo muestra alzando su espada, posa un pie sobre el cuerpo del demonio y lo vence. Se trata de una escena que proviene del libro del Apocalipsis del Nuevo Testamento. El delicado trabajo realizado en talleres quiteños se puede apreciar en el encarnado brillante para la piel, así como el esmerado trabajo del estofado -una policromía sobre un fondo plateado- para las vestimentas.